Alas
»No dejes que te hagan creer que eres rara, que tus alas nos son bonitas y que sería mejor si las reemplazaras con unas de plata, de esas que para volar no sirven pero combinan de maravilla con vestidos y zapatos de marca.
»¿Que voy a hacer cuando ya no vueles, yo que no tengo manos, tan solo alas? ¿como alejarte del suelo? ¿cómo alcanzarte siquiera?.
»Supongo que estaré ahí, con mis alas plegadas, imaginando que tengo las manos que se necesitan para sostener el marro que derribe paredes y murallas. Supongo que estaré ahí divido entre el cielo y tú, dedicando mi vigilia a observarte, mis sueños a buscar aquello que te haga falta. Supongo que estaré ahí, posado sobre un poste, mirándote esquivar autos y personas, sin poder hacer nada más que llamarte.»
Le dolían las alas, era comprensible, seguramente se lastimó mientras revoloteaba en sueños, nerviosa y confundida mientras se cernía sobre ella la sombra de una habitación de tres por tres o un reemplazo ornamental de alas plata.
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