Cierto tipo de personas

Pienso en lo bonito que es tener la oportunidad de conocer a ese tipo de personas que nos hacen ser más. Más apasionados, más soñadores, más maduros, más arriesgados, más perseverantes, más optimistas, más nobles. Encima te dan el crédito y constantemente te están diciendo que eres muy bueno, y tú solo piensas que tal vez no es así, o al menos no siempre lo ha sido, que quizás estás aprendiendo, una persona a la vez. Que muchas veces también has sido egoísta, temeroso, rencoroso, que has cometido muchos errores, es solo que por alguna razón esta persona en particular desde un principio siempre logró sacar lo mejor de ti en cada momento, siempre te inspiró a compartir, a dar, no solo lo que te sobraba (de eso nunca hubo tanto), si no también lo que te faltaba (de eso si hubo bastante), y hasta cuando se te acababan las sonrisas te inventabas una con tal de buscar contagiarla cuando lo necesitaba, aunque más tarde te tocara rumiar sobre la almohada la tristeza que te guardaste. Porque al final del día, aún en aquellos cuando no quedaba nada en tus manos, nunca tuviste necesidad de hacer ningún balance, era compartir y con esa premisa y las sonrisas ganadas, todo siempre fue números negros.

Lo que no es bonito en cambio es cuando esas personas se van un día por alguna de las muchas puertas que se saca de la manga la vida. Se marchan lentamente o de golpe, a veces por decisión propia, a veces porque no había opción, a veces porque llegó alguien más, por miedo, otras solo porque sí, no siempre he logrado entender el porque. Solo se que hay que dejarlas ir, que partan, y quedarnos, aunque muchas veces sea preguntándonos ¿que nos queda? si nuestro bien más valioso fue siempre lo que no conservábamos, lo que dábamos, ¿qué tenemos ahora que no está esa persona con quien más nos gustaba compartir?.

De entrada nos queda un vacío que amenaza con no poderse llenar, nos queda ansiedad, tristeza, desesperanza, dudas, soledad, todos esos sentimientos que aparecen cada vez que no pudimos evitar perder algo único, irreemplazable. Después nos sacuden réplicas apenas de menor intensidad cada que pensamos en ello, cada que nos sorprende un buen recuerdo. Nos queda la sensación de haber perdido de tajo los cimientos sobre los que construíamos la persona que somos ahora y que tanto empezaba a gustarnos.

Pero el malestar es temporal y jode mucho, sí, pero eventualmente se hace menos hasta que se va, lo aceptas. Aprendes que lo valioso de estos encuentros es que cuando tienes la oportunidad de conocer a una persona de esas que nos hacen ser más, difícilmente podrás volver a ser menos, porque aunque ellas son el catalizador, la realidad es que al final se trata de ti, el crecimiento es tuyo y una vez creciendo uno ya no se encoje más que del esqueleto y de los músculos, y esos no me parece que importen tanto. Se trata de todo lo que puedes dar y de lo bueno que puedes llegar a ser, de tu potencial. Y lo serás, con otras personas, contigo mismo, una vez dejes ir. Los cimientos siguen estando ahí, quizás más sólidos que al inicio, y seguirás andando, encontrándote a más personas que te hagan ser más y tú también serás capaz de inspirar a alguien a ser más, porque esto tiene ese maravilloso agregado de poder ser mutuo, con suerte duradero.

Solo puedo imaginar lo mucho que pueden llegar a crecer juntas dos personas que son capaces de hacerse más la una a la otra, lo mucho que pueden lograr, imagino que los límites son nada, que es como aspirar a lo infinito (aspirar porque la vida también tiene su propia agenda). Ahora mismo no tengo totalmente claro donde estoy, ni cual es mi camino, y a veces eso me chinga bastante el ánimo, pero tengo cada vez más claro lo que ando buscando y creo que toparse con cierto tipo de personas es algo que definitivamente siempre valdrá la pena.

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