Las dos cara de la esperanza

Una definición sencilla para esperanza sería: "la confianza que tenemos en que ocurra o se logre algo que se desea". Aún esta definición fuera de todo contexto o significado religioso sigue teniendo una connotación marcadamente positiva. De hecho puedo pensar en cientos de casos en la cual la esperanza ha servido lo mismo de consuelo que de motivación y ha obrado en favor de la causas más nobles, tiernas y desinteresadas.

Sin embargo en algunas ocasiones también nos muestra su otra cara, su otro lado no tan positivo, cuando la esperanza deja de servir de apoyo, cuando lejos de motivarnos o impulsarnos a lograr algo, empieza a convertirse en un lastre, en una cadena que simplemente no nos permite avanzar. Cada vez que juntamos la fuerza necesaria para atrevernos a avanzar, para enfrentar el dolor y seguir adelante, aparece ella y cual sirena nos hechiza con su canto y nos hace regresar, nos convierte en prisioneros.

En estos casos solo nos queda aguantar, aguantar hasta que a base de golpes, dolor  y desilusiones logremos reunir la fuerza necesaria para partir, hacer oídos sordos y jamás volver atrás. Así al menos podremos irnos a dormir con la "esperanza" de que el mañana nos permita el privilegio de poder olvidar.

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