Frágil, perecedero

Si alguna vez renegué de la naturaleza frágil del amor hoy me retracto. Es cierto que en ocasiones su fragilidad puede llegar a asustar, apenas se descuida o no se alimenta debidamente corre el riesgo de morir, basta simplemente un leve descuido para que el tiempo y la monotonía terminen por marchitarlo.

Sin embargo esta naturaleza delicada es de agradecerse, es virtud y no defecto, que aburrida sería la vida sin este rasgo perecedero, si después de pasar una vida buscándolo nos conformáramos con encontrarlo, nos echaramos a descansar y nos olvidáramos de él, si traicionaramos su escencia. ¿Que sería de nosotros si el amor fuera invulnerable? es gracias a este sutil rasgo de fragilidad que no estamos condenados a pasar la vida aferrados a un amor no correspondido, es gracias a este ápice de egoismo que nos exige al menos un poco de cariño a cambio de un amor incondicional que podemos seguir adelante, nos permite poder olvidar y nos motiva a esforzarnos cada días más.

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