Extrañándote
Me acostumbré a ti, no como quien se acostumbra a la rutina, porque si de algo adoleciste siempre fue de rutina, contigo cada día era un constante descubrir, una incógnita, un ir y venir de emociones, no, me acostumbré a ti como quien se acostumbra a lo bueno, a vivir, quizás porque por mucho tiempo sólo lo hice a medias.
Y me acostumbré a estar, porque muchas veces antes no supe hacerlo, me acostumbré a cuidarte, aunque nunca pasará del intento pues tu realmente nunca necesitaste que lo hiciera. Me acostumbré a que fueras parte de mi vida, uno de los "porqué" para saltar temprano de la cama por la mañana y me acostumbré también a esperar tus palabras, a intentar siempre descifrarte, a irme a dormir pensando en ti y a despertar de la misma manera, me acostumbré a quererte.
Cuantos recuerdos de momentos de lo más cotidiano que yo siempre recordaré como especiales. Cuantas charlas sobre el pasado, sobre el futuro, sobre sueños rotos, sobre sueños renovados, sobre miedos, sobre fortalezas, cuantas promesas, cuanto conocerte.
Hoy me siento extraño, como en el silencio que sucede a la música, cuando no puedes creer el contraste y lo mismo te preguntas si realmente existió o es que aún sigue sonando, y es que eso fuiste en mi vida, el breve instante en el que irrumpiste en ella, fuiste mi música.
Tantas veces preguntarme cómo era posible que hubiera quien te dejara ir cuando tu querías quedarte, cómo podría existir alguien que te fallara cuando tu lo único que necesitabas era con quien contar. Mírame ahora, no soy tan distinto, o tal vez si lo sea es sólo la vida que a veces así nos maneja, con acertijos, con decisiones enfrentadas, te corta todos los caminos dejando en ocasiones apenas una veredea.
La única manera en la que yo me hubiera alejado de ti sería esta, por ti, por tu propio beneficio. Ojalá comprendas que nunca quise fallarte, que siempre quise estar ahí apoyándote en los momentos difíciles, riendo contigo en los felices, aún lo hago, aunque se que es distinto, quizás tu ya no busques mi apoyo pero el que no me veas ahí no significa que no lo esté, porque también es cierto que el amigo en el que confiaste, el que te dijo tantas veces que no abandona, no lo ha hecho y nunca lo hará, aún te sigue cuidando. Es sólo eso, que soy distinto, no soy del tipo que sabe que lo mejor sería marcharse y aún así que se queda, para mi primero tu, después ya veremos.
Admito que a veces me entra un miedo y me pregunto como te estará yendo, con que cosas estarás lidiando, como las estarás enfrentando, pero luego recapacito y se que estás bien, porque antes de mi tu ya eras perfectamente capas de estarlo, nunca necesitaste de un escudero o un pepe grillo susurrándote al oído, menos de uno tan inexperto. Tu te la has arreglado perfectamente bien sin nadie en quien apoyarte y no lo necesitas para seguir fuerte, menos ahora que has crecido tanto.
Los sueños de los que tanto platicamos, esos conservarlos siempre, se que a veces te da por dudar pero no lo hagas, no retrocedas, no dudes, sigue avanzando. Apunta a lo más alto que te lo dije siempre, estás para lograr cosas grandes, no tengas temor de alcanzarlas y nunca te conformes. También se un poco más egoísta, a veces no es tan malo, piensa más en ti, lucha por lo tuyo, acepta que lo mereces, tómalo, no dejes de esforzarte, para ti no existen imposibles.
Acá los días son nublados pero algunas veces también sale el sol, aunque nunca tan cálido como cuando se reflejaba en tus ojos, o en una de tu sonrisas, pero conservo un cuaderno lleno de palabras y recuerdos que me ayuda a mantenerme cálido aún cuando la oscuridad abruma y el frío se pone un poco más necio. No siempre es fácil pero eso lo sabía de antemano, hay ocasiones en las que me es más difícil mantenerme alejado, la indiferencia no está en mi rasgos, a veces mi voluntad flaquea y me ganan los anhelos, pero al final siempre recuerdo por que lo hago, tampoco es un sacrificio cuando uno entiende y tiene claras las razones, los recuerdos lo hacen un poco más llevadero, los sentimientos posible.
Las promesas que te hice la llevo siempre conmigo, esas nunca las dejo en casa, y voy viviendo con esa misma hambre que despertó en mi desde que tu apareciste. Una vez que tienes claro en que consiste la vida, ya nunca más vuelves a vivir medias, por eso ni te preocupes, yo también sigo avanzando, y aunque no avancemos juntos, nos une el hecho que lo hagamos en la misma dirección, hacia adelante, mientras sea así, siempre existirá la posibilidad de encontrarnos de nuevo.
Se que sólo el tiempo dirá si podremos acercarnos de la misma manera, retomar lo que dejamos. Sabes que soy un optimista y me gusta pensar que así será, que esto sólo es una etapa, que seremos capaz de volver a ser los que eramos, ya con los sentimientos claros, sin dudas y sin nada que entorpezca el convivir. Si no pasa, si nunca volvemos a ser los amigos que alguna vez fuimos, espero puedas comprenderme, sepas perdonarme, fue simplemente que entendí que para que pudieras seguir sanando, seguir creciendo, era necesario primeramente romper con tu pasado, desligarte por completo, dejarlo atrás para empezar de cero y por azares del destino yo ya era parte de él.
Se que la decisión fue de ambos pero quiero que entiendas perfectamente mis razones, nada me gustaría más en este momento que estar a tu lado, abrazarte cada vez que lo necesitaras, decirte que todo estará bien cuando tuvieras dudas, siempre sin esperar nada, pero se que es algo que sólo te corresponde a ti, algo que debes aprender a sobrellevar sin ayuda y así cuando quieras compartirlo con alguien sea por que lo quieres, no por que lo necesitas, eso lo entendí.
Estas son mis razones y no otras, espero nunca tengas nada que reprocharme y espero no haberme equivocado. Aún así sabes que aquí estoy, que aquí estaré siempre, que te conservo en mi, siempre pensándote, siempre cuidándote, eso no cambia, las promesas siguen intactas.
El texto en la imagen corresponde a un fragmento del poema "Viceversa" del poeta uruguayo Mario Benedetti.
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