Dos besos

¿Cómo fue que llegamos a esto? no lo sé. En un momento estoy ahí sin saber que hacer escuchándola en silencio mientras ella maldice a no se quien y llora, lo segundo que se es que nos besamos. El golpeteo de la lluvia sobre el techo del viejo Mercury es cada vez más intenso, en la radio Michael Stipe entona una canción que habla sobre no perderse lo cual me resulta bastante irónico porque si de alguna manera me siento en este momento es precisamente así, perdido.

No se explicarlo pero creo que extravié el instante previo que nos llevo al beso. Quizás fue la cercanía de nuestros rostros, o el roce accidental de mis dedos sobre su mejilla cuando intentaba atrapar una de sus lagrimas, quizás fue ese perfume suyo entremezclado con la calidez de su aliento, quizás esa última mirada, o quizás una perfecta combinación de todo lo anterior.

Duró apenas un instante, pero si de ponerse poéticos se trata, diría que fue un instante que rozó lo enterno, unos cuantos segundos bastaron para darme cuenta cuanto me importaba, para que ahora la idea de dejarla ir me resulte casi impensable. Nos separamos en un destello de conciencia, aún con el sabor del otro en la boca, con un intecambio de miradas y millones de dudas. 

¿Qué se le dice alguien después de un beso así?, ¿disculpe usted, no era mi intención besarla?. Pocas veces he pensado ofrecer disculpas, nunca antes por algo que lamentara tan poco, y sin embargo me lo dijo su mirada, fue casi una suplica, entendí que debía de ser yo quien se arriesgara esta vez con las palabras.

Sólo podía pensar en como fue que jodí las cosas así, ella no era una chica más con quien si las cosas no resultaban simplemente nos diriamos adiós y cada quien con su vida, no, ella era mi amiga y yo no me podía permitir equivocarme de esta manera. Lo único que quería era una salida, algo que me permitiriera dar marcha atrás al reloj unos minutos y regresar las cosas a como eran hasta antes de ese beso, ese beso que nos cambio tan de repente, el que hizo que dos amigos que hasta ahora creían conocerse esten sentados frente a frente sin saber que decirse, mirandose como si fueran extraños.

Pensé hablarle de besos, de como son hijos del momento y por lo mismo puede tener distintos significados. Pensé en tomarlo con humor, hacer algún comentraio ingenioso y decirle que no nos complicaramos la vida por un mero impulso, que lo mejor sería olvidarlo y no darle mayor importancia, ¿pero sería correcto pedirle a una mujer que simplemente olvide un beso?. Pensé tantas cosas y en cambio no dije nada, cuando noté su rostro confundido me di cuenta de que ella también estaba sumergida es su propia búsqueda, intentando encontrar por si misma las palabras que a mi me hacían faltaban, ahí lo entendí, me daba miedo escuchar cualquier cosa que pudiera decirme, cualqueir intento de disculpa sería absurdo pues no es parte de la naturaleza de un beso el ser negado, menos de este, no quería escuchar sus palabras, no quería que me quitara eso, los besos no se disculpan, simplemente se dan, se aceptan y se vive con las consecuencias.

Entonces deseché todas mis palabras y de paso ahogué las suyas en el preciso momento en que nacían de sus labios, esta vez fue un beso distinto, más intenso, más duradero, ya no con la justificación de un impulso si no con total premeditación, traté de poner en un beso todo lo que sabía nunca sería capaz de poner en palabras y ella lo aceptó, lo correspondió, y tras el beso siguieron las manos, las caricias... y entonces sobraron las explicaciones y las disculpas, nos olvidamos de las convenciones, de la ortodoxia, de los tiempos, de las reglas del juego.

Con ese segundo beso intenté robarla de su vida y traerla a la mía, una invitación directa a escribir una nueva historia, una mejor, una para mi, una conmigo. ¿Qué como acabó esto? pues supongo que como acaban siempre las cosas cuando no se piesan, cuando te dejas guiar por el corazón.

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