Un adiós para Juanita
Cuando escribo aquí en el blog, escribo principalmente para mi mismo, es una necesidad, realmente no me detengo mucho a pensar en quien lo va a leer y compartirlo es siempre una desición a posteriori. En esta ocasión voy a dedicar algunas lineas para terminar de despedir a mi abuela quien falleció hace un par de días. Me resulta un tanto extraño porque siento que me la voy a apropiar al menos por un momento, aunque no sea ni por asomo su único nieto, muy seguramente tampoco el favorito, asi que me disculpo pero aclaro que no es un acto de egoismo sino una muestra muy particular de cariño.
Mi abuela dejó atrás este mundo con 80 años de edad, una muy buena cantidad de años para muchos, y sin embargo para los que la vamos a echar de menos, nunca suficientes. Deja atrás un esposo, hijos, hijas, nietos, bisnietos, hermanos... una gran cantidad de familiares y amigos que sin duda la vamos a recordar y extrañar mucho.
Mis primeros recuerdos de ella se remontan a mi niñez, cuando saliamos del pueblo donde viviamos para visitarla durante las vacaciones, o bien, para visitar a lo bastantes menos agradables doctores. Pero de igual manera nos quedamos casi siempre con ella en su casa, donde siempre nos recibia gustosamente. Para mi su casa siempre impecable, muy bien atendida, con su cocina con olor a desifectante, cuando este no era opacado por el de alguno de sus deliciosas comidas, las recámaras con olor a perfume y a barniz de uñas, con caricaturas, casi siempre en inglés si me lavantaba lo suficientemente temprano como para alcanzarlas aún si no entendía una sola palabra en ellas, y por supuesto, con ella ahí, encantadora, casi siempre con una sonrisa en el rostro, forma parte de algunos de los mejores recuerdos de niñez.
En mi caso, y en el de mis hermanos, quizás no pasamos tanto tiempo con ella como algunos de nuestros primos, casi siempre hubo bastantes kilometros de por medio entre nosotros y ella, sin embargo por lo mismo cada encuentro y cada despedida la sentía especial, y las valoraba mucho. Aunque yo apenas las conocí 33 de sus 80 años, no creo equivocarme al decir que siempre fue una excelente madre y una increible abuela, muchas veces la ví preocuparse y ocuparse de sus hijos y de sus nietos, yo mismo incluido, siempre dispuesta a ayudar, siempre dispuesta a compartir su amor. Más que expresarlo con palabras, ella era de demostrarlo.
Las cosas no siempre fueron fáciles para ella (ni para mi abuelo), dicen que un padre nunca debería enterrar a un hijo y sin embargo ella tuvo que encarar ese dolor en varias ocasiones. Sin embargo salió adelante como una auténtica guerrera. Es curioso pero las veces que me ha tocado hablar de mi familia materna con alguna persona ajena a la misma, la he definido siempre como una familia de mujeres muy fuertes, empezando por mi bisabuela, y desde luego por ella, quien también encarnaba a la perfección ese modelo.
Quizás por ese motivo aún cuesta creer que ya no este aquí. Mementō mori (Recuerda que morirás). Eventualmente todos llegaremos a esa etapa del viaje, es algo que he aprendido aceptar con el tiempo. La muerte como algo natural, parte de un ciclo al que no hay que temer, no el final, si no simplemente otro camino que todos tenemos que tomar. Sin embargo es imposible no extrañar a quien ya no está aquí.
Tuve oportunidad de visitarla en varias ocasiones durante los últimos días, era muy duro para mi verla enfermita, si normalmente soy medio atropellado con las palabras, en este caso resultaba aún más dificil para mi decir todo lo que me hubiera gustado decir, asi que a veces solo me sentaba ahí, en silencio, aunque sea por ratitos a hacerle compañía.
Hasta el último momento ella se mantuvo fuerte, valiente, y aún entonces era capaz de responder "bien" a la pregunta de como te sientes. Yo en el fondo sabía que ese "bien" más que un acto de optimismo, era un "bien" destinados a nosotros, un gesto de madre para consolarnos.
Cuando mi abuelo le sostuvo su mano y la llamaba, "vieja", y ella solo de devolvía la mirada como queriéndole decir tanto, quizás porque mi abuelo a veces me recuerda mucho a mi mismo, quizás porque por un instante alcancé a imaginar esa historia de más de 60 años, quizás porque me hizo sentir triste que se acercara a su fin, quizás por que me hizo sentir esperanzado lo que se puede lograr, apenas pude contener las lágrimas.
No imagino lo que fue para mis tías, tios, primos, madre, abuelo todo esto, pero como herederos de su fuerza y carácter, sé que estarán bien y encontrarán consuelo.
Un adiós para Juanita, esa gran mujer que en sus breve paso por este mundo dejó mucho de si, sin perder nada en el proceso, porque es parte de sus hijos y de todas las personas que la conocieron, y ahora también parte de algo aún más grande. Intenteré no llorarte aunque la extrañe, e intentaré esforzarme para ser tan valiente y fuerte como ella, como hasta ahora seguiré viviendo mi vida lo mejor que pueda, sin arrepentimientos y con la esperanza de algún día ser el tipo de persona que nos enseñó se puede llegar a ser.