Ejericicio de escritura (I)
Necesito aprender a escribir más suelto, más relajado, más rápido. Creo que la única forma de lograr eso es leyendo mucho y práctiando. Asi que decidí simplemente soltarme escribiendo lo primero que cruce por mi mente, tratando de elaborar algo medianamete legible sobre la marcha, se que no es lo más ortodoxo, ni lo más recomendable asi que ustedes disculparán la falta de orden en las ideas.
Aún recuerdo la primera vez que la vi paseando por la plaza, era la chica nueva en el pueblo. No mentiré diciendo que lucía como una diosa, o como alguna de esas chicas de cuepos espectaculares que aparecen en calendarios o en las portadas de revistas, de hecho su apariencia era más bien sencilla, casi como si quiera pasar desapercibida. Aún así había algo en ella que la hacía destacar del resto de las mujeres que conocía, y no era el simple hecho que supone la novedad de ver un rostro nuevo en un pueblo donde ya casi todos se conocen, había algo más.
Tras ese primer encuentro donde más bien me dediqué a observarla timidamente desde la distancia, me la topé de nuevo, esta vez frente a frente en una de las calles menos transitadas de la localidad, llevaba cargando una especie de baúl, que aunque pequeño, parecia bastante pesado. Las reglas de cortesía que con tanto empeño se habían esforzado mis padres en inculcarme me decían que debía ofrecerme a ayudarla, aún así me tomó una casi una eternidad poder decidirme, finalmente lo hice. Ahí puede contemplar por primera vez de cerca su enormes ojos cafes, no creo haber experimento antes una sensación tan intensa, al menos no provocado por algo tan simple y cotidiano como lo es una mirada. Fue como si en ese solo instante pudiera ver todo lo que era ella, sus fortalezas, sus miedos, su ternura, su fuerza, quizás crean que exagero, pero no creo poder describir todo los que vi en esos escasos segundos en que nuestras miradas se cruzaron. Un músico o quizás un poeta tendrían mejor suerte intentando describir lo que ví en ese instante. Finalmente un "muchas gracias" un tanto frío se encargo de traerme de regresó a la realidad de la calle aquella donde todavía me encontraba. Caminamos sin intercambiar ninguna palabra durante el resto del camino, auqnue yo no pude evitar esbozar una sonrisa, no sabía quien era o de donde venía, pero de una cosa estaba aseguro, la había extrañado toda mi vida.
De nuevo me agradeció por haberla ayudado y justo cuando estaba a punto de partir me pidió que me acercara y me entregó una especie de daga que sacó del mismo baúl que antes le ayudé a cargar - Necesito que guardes esto, se acerca la hora del despertar - Me dijo, después simplemente se dió media vuelta y cerrando tras de si la puerta de su casa, se marchó. En ese momento no supe que pensar, me extrañaron bastante sus palabras pero simplemente me alejé. Estaba más preocupado por encontar algún pretexto para volver a verla, en tener de nueva cuenta la oportunidad de experimentar la calidez de aquellos ojos que poco me importaron sus enigmaticas palabras, poco me importó no conocer su nombre o haberle dado el mío y poco me importó el extraño sumbido que parecía surgir de la daga.
Continuará.... o no, ya veremos que se me ocurre.
Aún recuerdo la primera vez que la vi paseando por la plaza, era la chica nueva en el pueblo. No mentiré diciendo que lucía como una diosa, o como alguna de esas chicas de cuepos espectaculares que aparecen en calendarios o en las portadas de revistas, de hecho su apariencia era más bien sencilla, casi como si quiera pasar desapercibida. Aún así había algo en ella que la hacía destacar del resto de las mujeres que conocía, y no era el simple hecho que supone la novedad de ver un rostro nuevo en un pueblo donde ya casi todos se conocen, había algo más.
Tras ese primer encuentro donde más bien me dediqué a observarla timidamente desde la distancia, me la topé de nuevo, esta vez frente a frente en una de las calles menos transitadas de la localidad, llevaba cargando una especie de baúl, que aunque pequeño, parecia bastante pesado. Las reglas de cortesía que con tanto empeño se habían esforzado mis padres en inculcarme me decían que debía ofrecerme a ayudarla, aún así me tomó una casi una eternidad poder decidirme, finalmente lo hice. Ahí puede contemplar por primera vez de cerca su enormes ojos cafes, no creo haber experimento antes una sensación tan intensa, al menos no provocado por algo tan simple y cotidiano como lo es una mirada. Fue como si en ese solo instante pudiera ver todo lo que era ella, sus fortalezas, sus miedos, su ternura, su fuerza, quizás crean que exagero, pero no creo poder describir todo los que vi en esos escasos segundos en que nuestras miradas se cruzaron. Un músico o quizás un poeta tendrían mejor suerte intentando describir lo que ví en ese instante. Finalmente un "muchas gracias" un tanto frío se encargo de traerme de regresó a la realidad de la calle aquella donde todavía me encontraba. Caminamos sin intercambiar ninguna palabra durante el resto del camino, auqnue yo no pude evitar esbozar una sonrisa, no sabía quien era o de donde venía, pero de una cosa estaba aseguro, la había extrañado toda mi vida.
De nuevo me agradeció por haberla ayudado y justo cuando estaba a punto de partir me pidió que me acercara y me entregó una especie de daga que sacó del mismo baúl que antes le ayudé a cargar - Necesito que guardes esto, se acerca la hora del despertar - Me dijo, después simplemente se dió media vuelta y cerrando tras de si la puerta de su casa, se marchó. En ese momento no supe que pensar, me extrañaron bastante sus palabras pero simplemente me alejé. Estaba más preocupado por encontar algún pretexto para volver a verla, en tener de nueva cuenta la oportunidad de experimentar la calidez de aquellos ojos que poco me importaron sus enigmaticas palabras, poco me importó no conocer su nombre o haberle dado el mío y poco me importó el extraño sumbido que parecía surgir de la daga.
Continuará.... o no, ya veremos que se me ocurre.
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